Madurez cristiana
“Y
considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no
dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos;
y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”, hebreos 10:24-25.
Hemos
aprendido la importancia de profundizar en las escrituras, escudriñar la
Palabra de Dios yendo más allá de las enseñanzas fundamentales. “Por tanto,
dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la
perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras
muertas, de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos, de la imposición de
manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno” (hebreos 6:1-3).
Madurar
espiritualmente significa que persistimos en la fe y vamos adquiriendo
consistencia, es decir, hay coherencia entre lo que hablamos y lo que hacemos,
como nos enseña la escritura: “Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre
la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, a fin de
que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la
paciencia heredan las promesas” (hebreos 6:11-12). Claramente no podemos
alcanzar una madurez espiritual estando solos y aislados, sino ¿a quién
podríamos imitar? Por esto requerimos edificarnos mutuamente y aprender de
aquellos hermanos que reflejan una u otra virtud de Cristo, para que cada día
nos parezcamos más a Cristo: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara
descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de
gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2
Corintios 3:18).
Entonces son
tres aspectos de la madurez cristiana que podemos resumir: Primero, profundizar
en el conocimiento de Cristo (Efesios 1:15-19). Segundo, mantenernos fieles y
constantes (permanecer y perseverar como lo explica Jesús en Juan 15). Tercero,
afianzar el carácter de Cristo en nosotros tomando de su plenitud (Gálatas
2:20, Juan 1:17). Todo lo anterior aplicado en la iglesia, en la congregación
de los santos redimidos por Cristo, donde ponemos en práctica estos aspectos
mencionados y donde nos vamos edificando unos a otros, estimulándonos al amor y
a las buenas obras (hebreos 10:24).
Pero también
hay un lugar donde en conjunto o de la mano con la iglesia vamos creciendo, es
el matrimonio. De este tema reflexionaremos en el próximo devocional. Oración.
«Padre, que
tu Espíritu Santo me impulse cada día a crecer, a no quedarme estancado en
cuanto al conocimiento de Cristo y tu inmenso amor, que pueda reflejar en mi
carácter a Cristo y anunciar tu Palabra con toda diligencia, en el nombre de
Jesús. Amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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