martes, 14 de mayo de 2019

EL CRISTIANO VIVE POR FE


EL CRISTIANO VIVE POR FE, NO POR VISTA.  Hebreos 11:29-30
Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor.
Cuando el pueblo de Israel llega al mar Rojo, su situación es sumamente difícil. Frente a ellos está el mar. Detrás de ellos viene faraón con su ejército listos para asesinarlos y regresarlos a la esclavitud. En otras palabras, estaban contra la espada y la pared. No podían hacer nada. Ya no había camino para seguir y el ejército los alcanzaría pronto. ¿Qué hicieron los israelitas? ¿Confiar en Dios? ¿Recordar los milagros que habían presenciado antes de la salida? No. Reclamaron a Moisés. Incluso decían que hubieran preferido morir bajo la esclavitud en Egipto que libres en el desierto. Una verdadera tristeza. No había pasado mucho tiempo y ya se habían olvidado de las grandes manifestaciones del Señor.
En la historia de Jericó encontramos algo similar. Jehová les anuncia que es tiempo de entrar en la tierra prometida, sin embargo, tienen frente a ellos una de las mejores ciudades amuralladas que jamás haya existido. ¿Cómo lo van a lograr? Tiene Jericó un ejército que los supera. Recuerda que venían de estar en el desierto por cuarenta años. Obviamente no esperaban que la tierra prometida estuviera ocupada. Imagino que estaban esperando llegar y entrar. Sin embargo, hay una gran muralla protegida por un fuerte ejército que los separa entre su destino y ellos. Nuevamente vemos una situación de estar frente a la espada y la pared.
Sin embargo, el pasaje nos dice que el pueblo cruzó el Mar Rojo por tierra seca y que las murallas de Jericó cayeron. Por fe nos dice la biblia. ¿Fe? ¿No se quejaron cuando llegaron a estos momentos críticos? ¡Por supuesto que se quejaron! Pero Moisés y Josué tuvieron fe y se mantuvieron firmes para guiarlos por el camino de Dios. Es normal tener miedo y dar el paso de fe. Es normal cuestionarnos cómo pueden mejorar las cosas cuando estamos frente a la espada y la pared. Lo que no está bien es quedarnos ahí quejándonos y buscando soluciones por nuestra cuenta. Tu deber, si realmente quieres agradar a Dios y crecer espiritualmente, es tener fe y dejar que Él tome el control por completo y sea Él quien divida el mar y derrumbe las murallas para que puedas cruzar sin ningún problema. ¿Lo puedes entender? Moisés y Josué no hicieron ningún trabajo militar ni planearon una estrategia única. ¡Simplemente obedecieron la voz de Dios! Me encantan las palabras de Moisés en Éxodo 14:14 que dicen: Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos. ¿Sabes qué es la fe puesta en acción? Dejar que Dios pelee las batallas por ti. Es confiar en Él y no en ti. Es caminar detrás de Él y dar cada vuelta en donde Él de vuelta para no separarte ni un momento sin importar que haya murallas o mares que cruzar pues sabes que, de alguna forma u otra, Él se encargará de llevarte al destino final.
Oración
Padre: no quiero vivir quejándome y cuestionando lo que me pasa. Quiero cambiar y vivir por fe. Quiero entregarte mi vida y dejarte trabajar. Hoy quiero ver cómo abres los mares y derrumbas murallas en mi vida. Toma el control mi Dios. Te lo pido en el nombre de Jesucristo. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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lunes, 13 de mayo de 2019

PROSIGO A LA META


PROSIGO A LA META
"Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús", Filipenses 3:13-14
El apóstol Pablo nos dice que, para vivir una vida con gozo, y que glorifique a Dios, hay que olvidar lo que quedó atrás. Aquí la palabra “olvidar” significa en el griego: “descuidar intencionalmente”. En otras palabras, Pablo nos dice que debemos de esforzarnos en olvidar acontecimientos de nuestro pasado, pues muchos nos quedamos viviendo en ellos y esto nos impide avanzar. El pasado de Pablo estaba repleto de cosas de las cuales él estaba avergonzado, causó mucho dolor con la persecución a muerte de los cristianos. Nos puede pasar a nosotros, es posible que llevemos por dentro mucho dolor; pero nos debe motivar la frase “prosigo a la meta, al premio”.
Pablo se comparó con un atleta corriendo por un premio, debió haber asistido a los juegos Olímpicos que se celebraban en Éfeso, pues allí vivió por 3 años, pero el premio no sería una recompensa terrenal sino el estar acepto en la presencia de Jesús, ese es el supremo llamamiento de Dios. Para Pablo, Cristo se había convertido en lo más importante, y algún día se presentaría ante El, y quería ser del agrado del Señor.
Hoy se anhela que Cristo venga, pero si entendiéramos lo que significa esa llegada, probablemente quisiéramos postergar un poco ese encuentro con Cristo. No podemos vivir una vida cristiana livianamente, como si no tuviéramos que responder ante el tribunal de Cristo.
Hermano, hay que situarnos en la pista de carreras y comenzar a vivir una vida santa, con la mirada puesta en Cristo. Recordemos la frase: “Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.  Oración.
"Señor Jesucristo, dejaré y olvidaré los hechos tormentosos de mi pasado, proseguiré a lo que está adelante, a la meta, al premio del supremo llamamiento. Me esforzaré y perseveraré, superaré los obstáculos de la vida, viviré en santidad y correré hacia el final pues contigo soy más que vencedor. Gracias Señor, amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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domingo, 12 de mayo de 2019

ADORACIÓN EN ESPÍRITU Y EN VERDAD


ADORACIÓN EN ESPÍRITU Y EN VERDAD
"Más la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”, Juan 4:23-24
Nos podemos hacer esta pregunta ¿qué es una adoración agradable a Dios? El Señor Jesús se lo reveló a la mujer samaritana en la conversación que tuvieron junto al pozo de Jacob. La mujer discutía sobre los lugares de adoración con Jesús, diciendo que los judíos adoraban en Jerusalén, mientras que los samaritanos adoraban en el monte Gerizim.
Cuando Jesús le dice que él sabía acerca de sus muchos maridos, así como el hecho de que el hombre con el cual vivía no era su marido, ella se sintió descubierta, e intentó cambiar la conversación de su vida personal y pasar a temas religiosos. Jesús no cambiaría el tema, pues quería dejar en firme sobre la verdadera adoración.
De la conversación se concluye que la adoración al Padre en espíritu y en verdad no se limita a un lugar determinado geográficamente, ni debe ser regulada por las prácticas transitorias del antiguo testamento. Con la venida de Cristo, la separación entre judíos y gentiles ya no persiste, ni tampoco la adoración en el templo, pues todos los creyentes adquirieron igual acceso a Dios a través de Cristo. La adoración se cambió a un propósito del corazón, no de las acciones exteriores, y dirigida por la Verdad y no por un rito.
La verdadera adoración debe ser "en espíritu", es decir, que involucre todo el corazón. Debe existir una verdadera pasión por Dios, para que haya adoración en espíritu. Al mismo tiempo, la adoración debe ser "en verdad", es decir, debidamente fundamentada. Si no tenemos conocimiento del Dios que adoramos, no hay adoración en verdad. Ambas son necesarias para satisfacer y honrar a Dios en adoración. Entre más profunda sea nuestra adoración, mayormente será Dios glorificado.
Hermano, Dios está buscando corazones dispuestos a hacer su voluntad, apasionados por el estudio y lectura de la Biblia. Adorar a Dios en espíritu y en verdad implica necesariamente amarlo con todo el corazón, el alma, mente y todas las fuerzas. Oración.
"Señor Jesucristo, aquí estoy dispuesto ante ti, con sencillez de corazón para hacer tu voluntad y adorarte en espíritu y en verdad, pues mi alma se apasiona por ti y mi carne te anhela. Te amo Señor con todo mi corazón, mi alma, mi mente y mis fuerzas, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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