jueves, 31 de agosto de 2023

La congregación del amor

 

La congregación del amor


“¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!” Salmos 133:1.

“Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”, hebreos 10:23-25.

Actualmente tenemos vidas muy independientes y aisladas unos con otros, en parte, gracias a la tecnología moderna que permite abastecernos de cosas sin la necesidad de hablar o interactuar con más personas. Incluso la tendencia es a que alguna inteligencia artificial sea quien atienda nuestros requerimientos para compras o algunos servicios, que eran espacios donde antes nos relacionábamos con la gente.

El problema es cuando la tecnología se lleva al extremo y en vez de ser una herramienta para facilitar la comunicación, la cooperación y la agilidad de los procesos, se convierte en una manera de aislarnos, en una excusa para no encontrarnos cara a cara y en un factor de distracción, es decir, cuando la tecnología nos domina, ya que “todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, más yo no me dejaré dominar de ninguna” (1 Corintios 6:12).

El mundo nos invita a aislarnos y a ser independientes unos de otros y la iglesia no son ajena a esta realidad, sin embargo, no somos autosuficientes pues fuimos creados para depender de Dios primeramente y para habitar en comunidad. Entonces, necesitamos encontrarnos y tener comunión con más personas y esto lo provee Dios a través de la iglesia, porque el efecto de uno de los frutos de nacer de nuevo o de convertirnos a Cristo es vivir en comunidad, en la congregación del amor, como lo vemos en Hechos 2:41-42: “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”.

Así que es en la comunidad de creyentes, en donde aprendemos y practicamos tres cosas esenciales de una comunidad bíblica:

1- Edificación espiritual: Alentarnos al amor y a las buenas obras, conociendo el amor de Dios en Cristo y edificarnos mutuamente a corresponder a este amor, mediante la Palabra de Dios.

2. Abrir nuestras vidas para que sean examinadas y animadas por la comunidad de creyentes: Esto es, corregirnos bíblicamente en un ambiente lleno de confianza, libre de juicios, pues somos débiles, necesitamos ayudarnos unos a otros y ninguno está exento de caer en alguna falta (Gálatas 6:1).

3. Socializar con otros creyentes: Compartir y departir con otros creyentes, siendo intencionales en buscar relaciones de amistad sólidas, sin hipocresía, pues relaciones profundas requieren inversión de tiempo y recursos, esto para sentir confianza y abrir nuestra vida a otros creyentes y afianzar una amistad con propósito.

Estamos llamados por tanto a ser intencionales y buscar una comunión bíblica con otros creyentes pues amar a la iglesia es amar a Cristo, ya que la iglesia es la novia de Cristo.    Oración.

Gracias Padre porque fue tu propósito que luego de haber creído en Cristo, creciera en una iglesia, en la cual pudiera poner en práctica el amor que me has dado para beneficio y crecimiento mutuo. Ayúdame a ser intencional en buscar la comunión con otros creyentes para gloria tuya, en el nombre de Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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Atalayas de nuestra familia

 

Atalayas de nuestra familia

“Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y


tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano. Pero si tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma.” Ezequiel 3:18-19

Ya sea en el colegio, universidad, trabajo o en nuestra familia, si hemos creído verdaderamente en Jesucristo, en aquel que nos lavó de nuestros pecados y nos dio vida eterna, estamos llamados a ser los atalayas, a evitar que perezcan nuestros conocidos, amigos o nuestra familia por falta de conocimiento de la palabra de Dios (Oseas 4:6).

Este conocimiento nos enseña que si hemos creído en el Señor Jesucristo seremos salvos nosotros y nuestra familia, si les compartimos la buena noticia de salvación, como lo hicieron con nosotros, y si ellos creen en nuestro anuncio (Hechos 16:31, hebreos 4:2).

Debemos insistirles a nuestros seres queridos, porque el tiempo de su segunda venida ya se acerca, y la mejor manera de mostrarles que Cristo habita en nuestro interior es amarlos, perdonando todo y buscando restaurar las relaciones rotas. El mismo amor y misericordia que Cristo nos dio a nosotros debemos proyectarlo a ellos, dando de gracia lo que hemos recibido de gracia, (la gracia es el favor inmerecido de Dios) (Mateo 10:8).

Que no nos quede en nuestra conciencia que pudiendo haberles enseñado el evangelio y demostrado todo el amor que hemos recibido, lo hayamos hecho a cuenta gotas o, peor, que no lo hayamos hecho. Perder a un ser querido es muy doloroso, pero mucho más terrible es que muera sin haber creído en Jesús para vida eterna. Si has creído que Jesús murió en tu lugar por tus pecados, evidencia tu fe apartándote del pecado, confiando plenamente en el Salvador de tu alma, y pide a su Espíritu para que te ayude a no practicar más el pecado.    Oración.

«Padre me has dado la salvación por gracia, por medio de la fe en Jesucristo; ahora quiero llevar este mensaje a mis seres queridos, a mis conocidos y a mi familia para que crean que tú nos has amado tanto que enviaste a tu hijo Jesús, para que todo aquel que crea en Él no se pierda más tenga vida eterna, amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 29 de agosto de 2023

El atalaya de Cristo

 


El atalaya de Cristo

“A ti, pues, hijo de hombre, te he puesto por atalaya a la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. Cuando yo dijere al impío: Impío, de cierto morirás; si tú no hablares para que se guarde el impío de su camino, el impío morirá por su pecado, pero su sangre yo la demandaré de tu mano. Y si tú avisares al impío de su camino para que se aparte de él, y él no se apartare de su camino, él morirá por su pecado, pero tú libraste tu vida.” Ezequiel 33:7-9

“Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos.” 1 Corintios 16:13

En la palabra de Dios los atalayas eran los encargados de vigilar u observar atentamente para prevenir cualquier ataque sorpresa del enemigo; eran colocados en un lugar estratégico y debían alzar su voz con prontitud ante cualquier peligro.

Los creyentes en Cristo, de la misma manera, estamos llamados a que por medio de nuestras buenas obras mostremos evidencia de nuestra fe para gloria de Dios Padre (Mateo 5:14-16). El Señor ha transformado nuestro corazón y ha depositado su amor para que resplandezcamos todo el fruto del Espíritu Santo; esto significa que tenemos la gran responsabilidad de anunciar a los demás, con todo amor, la verdad de su palabra.

Somos atalayas de Cristo, enviados y colocados en alto para prevenir a las personas de su inminente muerte espiritual si no creen que Cristo murió por sus pecados; como el mismo Jesús les decía a los fariseos que lo rechazaron: “Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.” (Juan 8:24). Él era el único que los podía salvar de la condenación por causa de su pecado, y Él es el único que puede salvar la vida de todo hombre que se arrepienta y crea en la buena noticia (Marcos 1:15).

Tampoco podemos callar ante la injusticia, el pecado, el engaño o cualquier conducta que ocurra a nuestro alrededor, pues no podemos ser cómplices; debemos estar atentos y vigilantes a dar el mensaje del evangelio y enseñar los principios de Dios, como lo dice 1 Pedro 3:15 “sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”.     Oración.

«Señor me has puesto como tu atalaya para anunciar la verdad de tu palabra; para que todo el que crea en Cristo no muera más tenga vida eterna. Te doy gracias por el privilegio de ser puesto como testigo del amor que me has dado por medio de la fe en Jesús, amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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El verdadero arrepentimiento

 

El verdadero arrepentimiento


“Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”, Hechos 2:38.

“Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio”, Marcos 1:14-15.

“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)”, Efesios 2:4-5.

El arrepentimiento genuino es creer que Jesús murió por mis pecados, pues surge como una respuesta a la gracia y el amor de Dios, y no como un esfuerzo humano para ganarse la salvación.

La Palabra griega “metanoéo”, traducida para arrepentimiento, alude a un cambio de la manera de pensar, que solo puede ser afectada o impactada por lo que creemos. Si cambiamos lo que creemos, cambiaremos efectivamente lo que pensamos, lo que decimos y como consecuencia lo que hacemos. Pero esta creencia impactante y transformadora no es en un asunto humano, sino en la persona misma de Jesucristo, quien promete lo siguiente: “Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25), y también afirma contundentemente: ”El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado” (Juan 7:38-39).

Dios nos muestra nuestro pecado, nuestra verdadera naturaleza interior mediante su ley santa y pura (Romanos 7:7), pero nos tiende su mano de gracia ante nuestra incapacidad de obedecer sus mandamientos, pues al no hacerlo, como Juez Justo, debe condenarnos, pero cuando colocamos nuestra fe en Él, somos salvados, somos santificados (apartados), somos limpiados y somos justificados (1 Corintios 6:11). El buen Pastor vino por nosotros, por las ovejas perdidas, si no es así, ¿qué diferencia habría con las religiones creadas por el hombre basadas en el esfuerzo humano y las obras? El siguiente hermoso pasaje nos aclara incluso más esta verdad fundamental: “ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado” (Romanos 3:20). No es algo que nosotros hacemos, es alguien en el que creemos, Jesús, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos (1 Timoteo 2:6).

En respuesta a este amor, somos impulsados por tan inmenso favor inmerecido a amarle, a obedecerle, a vivir para agradarle y sobre todo a hacer morir la obras de la naturaleza pecaminosa mediante el Espíritu que mora en cada verdadero creyente (Romanos 8:13). Y tú ¿has cambiado tu manera de pensar? Si tú has creído, estás llamado a orar por otros y a anunciar el evangelio de la gracia de Dios, como dice 2 Timoteo 2:25: «Instruyendo con mansedumbre a los que resisten, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad».    Oración.

«Padre, me acerco a la cruz a depositar toda mi confianza en Cristo y en su obra de amor, sé que murió en sustitución mía y resucitó para darme vida eterna juntamente con Él, ahora soy tuyo y estoy unido a Cristo, para gloria de tu nombre. Amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 28 de agosto de 2023

El alimento más nutritivo

 


El alimento más nutritivo

“Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos.” Jeremías 15:16

“¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!

Más que la miel a mi boca.” Salmos 119:103

La Palabra de Dios es nuestro mejor alimento, debemos aprender, por tanto, a deleitarnos y tomar cada enseñanza como la fuente de nuestro crecimiento espiritual. Así como nos fortalecemos con el alimento físico, cuánto más su palabra poderosa, única, creadora y llena de verdad nos da sentido, propósito y renueva nuestra esperanza cada día.

Su palabra trae gozo y alegría a nuestro corazón, muchas veces abatido por las vicisitudes de la vida; necesitamos tomar a diario el alimento más puro y nutritivo, para enfrentar el día con la sabiduría que viene de lo alto.

Es uno de los propósitos de este devocional, que, alimentándonos de su palabra, crezcamos en el conocimiento de Cristo y fortalezcamos la relación con nuestro Padre amoroso hablando con Él, leyendo y meditando en su palabra, y dando la alabanza que merece su nombre, porque la alabanza surge de un corazón agradecido, de un corazón lleno de su paz indecible que supera todo entendimiento, de la cual somos llenos cuando estamos en su presencia. Como dice el Salmo “Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre” (Salmos 16:11).

Finalmente, cuando hemos compartido este tiempo con el Padre, compartamos este devocional para que otros reciban de este alimento y tengan una herramienta para que no caigan en la desnutrición espiritual, que es más grave y tiene consecuencias eternas; pues su palabra nos corrige, nos orienta, nos prepara para buenas obras, las cuales Dios ha dispuesto de antemano para que andemos en ellas (2 Timoteo 3:16, Efesios 2:10).   Oración.

«Padre quiero iniciar el día contigo, en tu presencia, hablando contigo y escuchándote por medio de tu palabra, meditando en tu verdad y alabándote mi Señor, para recibir de la plenitud de tu amor en Cristo Jesús, amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 27 de agosto de 2023

¡Si te convirtieres!

 


¡Si te convirtieres!

“Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos.” Jeremías 15:19

“Si te convirtieres” significa arrepentirse de una vana manera de vivir, alejarse del pecado cambiando totalmente de rumbo. Y el único camino contrario a hacer las cosas como las hacíamos antes es Cristo mismo, pues Él declaró: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14:6).

¡Él es el camino!, un camino diferente a cualquier camino que estemos recorriendo en nuestra vida, y para poder andar en este nuevo camino la única entrada es creer en Jesucristo, pues Él mismo es la puerta de entrada a ese camino: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos” (Juan 10:9).

Convertirse es entonces ir a Cristo para nacer de nuevo, porque solo el que nace de nuevo es libre de todo pecado, y sucede lo que enseña el nuevo testamento respecto a este nacimiento que nos da el Padre en Cristo Jesús: “Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención;” (1 Corintios 1:30).

El Padre mediante la fe nos ha unido a Cristo, a quien ha hecho nuestra sabiduría, justificación, santificación y redención. Todo lo que somos ahora es gracias a Cristo, por esto, estamos llamados a dejar toda práctica de maldad y pecado, todo lo terrenal, pues hemos pasado de muerte a vida, siendo ahora hijos de Dios (Colosenses 3:5, Juan 1:12-13).

El efecto o consecuencia de nuestra conversión a Cristo Jesús es ser restaurados y comisionados para ir y anunciar al mundo acerca del amor de Dios puesto en nosotros; somos restaurados para ir y hablar en nombre de Cristo. Así como Dios nos llamó al arrepentimiento, ahora llamamos a otros a reconciliarse con Dios (2 Corintios 5:20).  Oración.

«Gracias Padre porque me llamaste por medio del evangelio al conocimiento de Cristo Jesús, para darme salvación y, junto con Él, todas las cosas para vivir en obediencia a tu palabra. Te alabo por tu inmensa obra en mí, en el nombre de Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 24 de agosto de 2023

Un grito de amor

 

Un grito de amor


“Mas Jesús, dando una gran voz, expiró.” Marcos 15:37

Jesucristo soportó el peso de nuestros pecados, experimentando un sufrimiento inimaginable. Su grito fue un grito de amor, un grito que aún se escucha con fuerza, entregando su vida por cada uno de nosotros: “Entonces Jesús exclamó con fuerza: —¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu! Y al decir esto, expiró.” (Lucas 23:46); un clamor que entrega todo al Padre en total dependencia y obediencia, soportando la muerte, ¡y muerte de cruz! (Filipenses 2:8).

También antes de entregar su vida expresó que la deuda había sido pagada, diciendo “consumado es” (Juan 19:30b); entonces la deuda, debido a nuestro pecado, fue pagada, “anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz” (Colosenses 2:14-15).

La cruz debe ser, por lo tanto, algo real y presente en nuestras vidas, no una historia pasada, sino que todo lo que sucedió allí trascienda y sea determinante en el presente, pues los que creemos estamos llamados a que el eco de ese grito de amor, que ocurrió en ese monte, siga llegando a otros corazones, llevando el mensaje de Cristo a toda criatura para salvación de sus almas.

Jesús no se quedó en la tumba, sino que resucitó para que todos los que creemos tengamos nueva vida en su nombre; su grito de amor no fue en vano, la resurrección confirmó su victoria “para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:10-11).      Oración.

«Gracias Señor Jesús; que tu grito de amor en la cruz llegue a lo más profundo de mi corazón y pueda comprender tu amor que sobrepasa todo entendimiento; y entonces mi vida sea quebrantada para entregar a ti todo mi ser, así como tú entregaste al Padre tu vida en sus manos en ese clamor, amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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Aquel día, en aquella hora

 


Aquel día, en aquella hora

“El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, vinieron los discípulos a Jesús, diciéndole: ¿Dónde quieres que preparemos para que comas la pascua?” Mateo 26:17

“Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: A Elías llama éste. Y al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber. Pero los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a librarle. Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.” Mateo 27:45-50

Aquel día se terminó nuestra esclavitud; aquel día, en aquella hora, el más bello grito de amor se escuchó y fuimos rescatados del maligno, perdonados y justificados (Marcos 15:37, Lucas 23:44-46).

La hora primera del día, según el horario del pueblo judío relatado en las escrituras, son las 6 de la mañana y, por tanto, la hora novena son las tres de la tarde.

Jesús murió a las 3 p.m., cumpliendo así lo que estaba predispuesto: “Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes” (Éxodo 12:6); también en Levítico 23:5 está descrito el día y el horario de muerte del cordero. La expresión «entre las dos tardes», que en hebreo se traduce como «ben ha’arbayim», se refiere a la parte del día que comienza aproximadamente a la mitad de la tarde, alrededor de la hora novena (aproximadamente las 3 p.m.), y continúa hasta el atardecer.

Jesús fue el cordero inmolado, el cordero pascual, que murió por nuestros pecados en esa hora, como lo confirma Apocalipsis 5:12: “que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza”.

Fue derrotado quien tenía el imperio de la muerte (hebreos 2:14); fuimos rescatados de nuestros delitos y pecados; se nos dio una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos, y solo mediante la fe en Jesús tenemos acceso para que se haga efectivo en nosotros, en el tiempo presente, lo que ocurrió en aquel día, en aquella hora (1 Pedro 1:4-5).   Oración.

«Gracias Padre porque hubo un día en mi historia que me ofreciste la oportunidad de que el sacrificio de Jesús se hiciera una verdad en mí por medio de la fe; gracias por salvarme y sacarme de la oscuridad a la luz verdadera en Cristo Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 23 de agosto de 2023

Aquel día

 

Aquel día


“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”, Apocalipsis 3:20.

“Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios” Apocalipsis 19:9.

Hubo un día que marcó nuestra historia, el día más importante de nuestra vida, aquel que determinó nuestra existencia, nuestra eternidad. Ese día se cumplió lo que dijo Jesús “y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” (Juan 10:28).

Ese día fue el día que recibimos a Cristo como nuestro Señor y Salvador, pues se hizo efectivo, su sacrificio y la resurrección en nosotros, como dice la escritura “Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección” (Romanos 6:5). Mediante la fe en su nombre se hizo real, cierta y efectiva esta salvación ese día que escuchamos y recibimos el poder de Dios para salvación, que es evangelio, como lo confirman estos dos pasajes: “la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia” (Romanos 3:22), y “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa” (Efesios 1:13).

Recordemos aquel día en el que recibimos a Jesús para que habitara por medio de su Espíritu en nosotros y que nuestra mejor y mayor celebración es que vayamos y contemos a otros de este amor tan grande que ha sido derramado en nuestro corazón, para que muchos sean los invitados bienaventurados a celebrar próximamente la cena de las bodas del Cordero: “Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios” (Apocalipsis 19:9).    Oración.

«Señor Jesús, gracias porque has cumplido tu Palabra en mí, de entrar a mi corazón y cenar conmigo, ahora tengo comunión con el Padre y con el Espíritu Santo, gracias a tu sacrificio en la cruz. Amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 22 de agosto de 2023

Las riquezas de su gracia

 


Las riquezas de su gracia

“en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”, Efesios 1:7.

“para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús”, Efesios 2:7.

Es fundamental entender la riqueza de lo que sucedió en la cruz, en la muerte de Cristo, su resurrección, ascensión y en habernos rescatado del pecado, perdonado y dado su Espíritu. La obra de salvación es una obra completa que determina nuestra vida presente y futura.

¿Por qué en la escritura se les llama riquezas de su gracia? No solo porque son sobreabundantes, sino porque nos las dio a nosotros como un regalo abundante e inmerecido, que llega a nosotros por medio de la fe en la persona misma de Jesús, pues en sí mismo Él es lleno de gracia y verdad, como dice Juan 1:14 “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.

Nos dio de lo que tiene en abundancia, gracia y amor sin límites, no porque seamos buenos o por nuestras obras de justicia o por mérito propio; entonces somos millonarios espirituales, si es que hemos aceptado a Cristo como nuestro Señor y Salvador. El Padre imputó a su Hijo nuestros pecados para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Cristo: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”(2 Corintios 5:21)

El hecho que tengamos las riquezas de su gracia, nos hace también responsables de administrar estas riquezas, que son espirituales, pero que trascienden y llenan todo, como lo enseña la escritura: “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra” (2 Corintios 9:8).

Toda gracia es dada a nosotros para que tengamos en todas las cosas todo lo suficiente con el propósito de manifestar toda buena obra. No para nuestros fines egoístas, o ambiciones personales, sino para ¡la gloria de Dios!

Finalmente, de esto se trata cuando enseña la escritura que Jesús se hizo pobre para hacernos ricos, es una riqueza espiritual inmensa que no se compara con ninguna riqueza material, así que tenemos que reflexionar profundamente como lo declara contundentemente la Palabra de Dios: “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Corintios 8:9) ¡Qué inmenso favor, qué gran riqueza tenemos hoy!   Oración.

«Padre, me has dado todo, lo has llenado todo en mi vida, me has bendecido con toda bendición espiritual por la gracia de Cristo, permíteme disfrutar y administrar estas riquezas compartiendo el evangelio a mi prójimo. En el nombre de Jesús. Amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 21 de agosto de 2023

Tener y guardar los mandamientos

 


Tener y guardar los mandamientos

“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.” Juan 14:21

“No debáis a nadie nada, sino el amaro unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley.” Romanos 13:8

Solo puede cumplir los mandamientos aquel que ha nacido de nuevo, el que ha creído en Jesús y ha sido limpiado con la sangre de Cristo.

Respecto a este asunto, el libro de hebreos confirma el cumplimiento, por la fe en Cristo, de la promesa escrita en el libro del profeta Jeremías 31:33, que dice: “Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho:

Este es el pacto que haré con ellos

Después de aquellos días, dice el Señor:

Pondré mis leyes en sus corazones,

Y en sus mentes las escribiré,” (hebreos 10:15-16).

Entonces, cuando recibimos a Jesús por la fe, sus mandamientos fueron escritos en nuestros corazones y por medio del Espíritu podemos cumplirlos.

Es un cambio de naturaleza; ahora, por el mismo Espíritu de amor somos impulsados a la obediencia a sus preceptos, porque el mismo Cristo que fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz, nos dio su obediencia y habita en nuestro interior como lo contextualiza el mismo Señor Jesús antes de Juan 14:21, hablando acerca de creer en Él: “En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros” (Juan 14:20).

Ahora, los creyentes estamos llamados a permanecer en Él, pues solo el que permanece en Él puede llevar mucho fruto; entre ese fruto está el amor (Gálatas 5:22-23). La fe nos hace partícipes de la gracia de Cristo y junto con el amor nos capacita para obedecer sus mandamientos y vivir piadosamente (Efesios 2:10, Gálatas 5:14, Tito 2:11-12).

Conclusión, por la fe en Cristo tenemos sus mandamientos escritos en nuestro corazón y los obedecemos colocando en acción el amor de Dios, que ha sido derramado en nuestro corazón por el Espíritu Santo (Gálatas 5:16, Romanos 8:14).   Oración.

«Padre, gracias porque has cumplido tu promesa en mí de escribir tus mandamientos en mi corazón gracias al sacrificio de Cristo; permíteme permanecer en ti y, guiado de la mano de tu Espíritu, poder amar al prójimo cumpliendo así tu ley. En el nombre de Jesús, amén.   el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 19 de agosto de 2023

Fortalecerse. Parte 2

 


Fortalecerse. Parte 2

“Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” 2 Corintios 12:10

“Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el débil: Fuerte soy.” Joel 3:10

No hay nada que fortalezca más, que cuando estoy en debilidad la fuente de mi fortaleza sea Cristo mismo.

Las circunstancias difíciles y esos momentos en que nos sentimos más vulnerables son la oportunidad para que el poder y la fuerza del Espíritu de Dios se manifieste en nosotros, porque lo que impide su actuar está disminuido, esto es, el orgullo; pues dice la escritura: “Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.” (Santiago 4:6).

Cuando decimos “lo que impide su actuar” no se refiere a que el Espíritu no pueda actuar, sino que nosotros no permitimos ser llenos de Él, resistimos su presencia por nuestra autosuficiencia. Pero allí, en la debilidad, cuando nos hemos despojado de nosotros mismos, encontramos la fortaleza que viene del Señor.

¿Y cuál debe ser nuestra actitud?, gozarnos en la esperanza de que Jesús tiene el control en medio de la debilidad; aquello que nos angustia o nos causa dolor, la enfermedad, cualquiera que sea el problema entregado en manos de Jesús es transformado para gloria de Dios en fuerza espiritual. Si luego de la debilidad viene la fortaleza, vale la pena pasar por el crisol que purifica nuestra fe, sabiendo como dice el Espíritu por medio del apóstol Pedro: “Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca” (1 Pedro 5:10).  Oración

«Fuerte soy en ti Jesús, aun en medio de mi debilidad, pues cuando estoy más vulnerable no busco en mí mismo ni en el mundo mi consuelo, sino en tu palabra; voy a la cruz y entrego todo para hallarte a ti mi Señor, entonces me fortaleces y me llenas de tu amor, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 18 de agosto de 2023

Fortalecerse. Parte 1

 

Fortalecerse. Parte 1


“Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” 2 Corintios 12:10

“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” 1 Corintios 13:4-7

Hemos aprendido en los últimos devocionales cómo la confianza nos lleva a entregar las cargas a Cristo y estamos llamados a despojarnos para experimentar la plenitud de su amor. Como consecuencia de descansar en Cristo y despojarnos, podremos recibir nuevas fuerzas, porque: “​​Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” (Isaías 40:29-31).

Confío para permanecer y suelto para experimentar plenitud en Cristo, siendo fortalecido espiritualmente.

El mundo cansa, el pecado agota y enferma, la carne hace la carga de la vida imposible de llevar; terminamos cansados a punto de desfallecer; necesitamos confiar y soltar en Jesús nuestra vida misma, pues muchas veces abusamos del trabajo, estudio o en otro aspecto y quedamos sin fuerza; luego nuestra actitud con otras personas nos lleva a dar una mala respuesta o a actuar sin disposición, así que dañamos algo que es clave en nuestras relaciones: “Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.”, (Colosenses 3:14). Cuando no descansamos en Cristo se afecta este vínculo esencial que es el amor y estamos llamados a mantenerlo, a andar en amor. Necesitamos por tanto soltar las cargas para mantener ese vínculo perfecto, pues en el amor encontramos la fuerza que nos motiva, que nos lleva a soportar todo, y este amor de Dios lo tenemos en nosotros derramado en nuestro corazón por el Espíritu Santo.

Cuando afectamos el amor necesitamos acercarnos a la fuente de amor inagotable, Cristo mismo, y su amor es la manera en que podemos dar la milla extra, aun cuando estamos cansados; es nuestra motivación principal pues “todo lo puede y todo lo soporta”; un amor que no es egoísta y que está dispuesto a ir más allá de la obligación.  Oración

«Padre no quiero fallarle al amor, por eso quiero descansar en ti, despojarme de todo peso y hallar nuevas fuerzas, para amar al prójimo tal y como me has amado en Cristo Jesús, amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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Despojarse. Parte 3

 


Despojarse. Parte 3

“Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”, Filipenses 3:7-8.

Aprendimos en el devocional anterior, que me debo despojar del viejo hombre, pero colocarme las vestiduras celestiales que ya en Cristo poseo de verdad, justicia y santidad.

Podemos ver otro ejemplo en el nuevo testamento de la aplicación de la misma actitud y sentir de Cristo en Pablo, el cual recibe su despojo total camino a Damasco y luego de su conversión escribe por el Espíritu acerca del testimonio de cómo se despojó de todo, en Filipenses 3:7-8 dice: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”.

Podemos aprender de este testimonio de Pablo, que debemos perderlo todo para ganar a Cristo, pero este “ganar” no se trata de algo que merezcamos por nuestra propia bondad, sino de la renuncia al orgullo, de despojarse de aquello que esté impidiendo darle el lugar a Cristo, para que, con un corazón contrito y humillado, podamos decirle “mi Señor”. Se trata básicamente de renunciar a los tesoros materiales que anhela el corazón humano, para recibir el mayor y mejor tesoro: La gracia de Cristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo (2 Corintios 13:14).

El dueño de la creación se despoja, en pobreza, indefenso, así debe ser nuestra actitud pues si Él se despojó por nosotros, despojémonos nosotros por Él, y Él nos prosperará, y nos colocará en un lugar de prominencia, porque lo que es verdad en Cristo, se hace verdad en nosotros (Filipenses 2:5-9).

Una clave del despojo es considerar que todo se trata de Cristo, no de nosotros, no de nuestras propias obras de justicia, sino de su justicia que por la fe es colocada nos es imputada, como dice por el Espíritu el mismo Apóstol Pablo: “y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe» (Filipenses 3:9).

Podemos aprender del ejemplo de Cristo y del Apóstol Pablo, también el de muchos otros hermanos que se han despojado a sí mismos, de su orgullo y altivez para ser hallados en Cristo y experimentar verdadero reposo, verdadera confianza y caminar en la voluntad de Dios.    Oración.

«Señor Jesús, quiero ser hallado en ti, no en mi propia justicia, quita todo orgullo de mi corazón y permite que mi vida hable de ti en toda área, aún en la dificultad, para gloria de Dios Padre. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 16 de agosto de 2023

Despojarse. Parte 2

 

Despojarse. Parte 2


“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”, Efesios 4:22-24.

Estamos llamados a soltar aquellas cosas que no le dan la gloria a Dios, incluso despojarnos de aquellas cosas que parecen estar en nuestro control.

Esto implica despojarnos del viejo hombre, con su pasada manera de vivir (aquellas costumbres o hábitos que practicábamos cuando no conocíamos a Cristo), y colocarnos el nuevo ropaje tejido o conformado de tres partes: la verdad, la justicia y la santidad. Reflexionemos en cada uno de ellos enfatizando en cómo me ayudan a despojarme y a descansar en la plenitud de Cristo:

Verdad: si no andamos en la verdad, que es Cristo mismo, nuestra vida es una carga. La verdad libera (Juan 8:32), y esto implica revisar nuestros pensamientos o sobre todo las ideas que tenemos de algo o alguien, primero acerca de Dios a través de la escritura, debemos tener claro quien es Dios y lo que Él hace, pues si tenemos una idea equivocada de Dios o esta es basada en las costumbres del mundo y no en la escritura, no vamos a confiar en Él. Conocer sus atributos nos debe llevar a confiar plenamente y a descansar. ¿Confiarías en alguien al que no conoces? ¿Darías tu carga a alguien que no puede hacer nada por ti o que no tiene ningún poder para transformar tu vida? ¿Le darías tu carga a alguien que no puede cargarla?

Justicia: no solamente se trata de dejar actos de injusticia (laborales, personales, familiares), sino también entender plenamente y tomar para nosotros la declaración más importante de un cristiano: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21). Si aceptamos que somos la justicia de Dios en Cristo, cae toda condenación, puesto que la condenación es el peso más aplastante que podemos experimentar en nuestra vida.

Santidad: no se trata de parecer, ni del lugar, ni tampoco de lo que visto o me alimento, la santidad es lo que yo soy gracias a la santidad de Cristo, Él me limpio con su sangre para que yo tuviera: limpieza de pensamiento, pureza de corazón e integridad de conducta. Si Él ya me limpió, me santificó, como dice 1 Corintios 6:11: “Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios”, entonces ya no tengo que cargar el peso de tratar de ser bueno o con la religiosidad sino el vivir en la libertad que Cristo me dio, pero no como excusa para los deseos de la carne sino para agradar a Dios y para servir a lo demás.   Oración.

«Hoy me despojo del viejo hombre y me visto con las vestiduras que me has dado de verdad, justicia y santidad por la gracia de Cristo, para poder reflejar tu gloria Señor y resplandecer el amor de Cristo a través de mi vida. Gracias Padre, en el nombre de Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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Despojarse

 


 Despojarse

“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,” Filipenses 2:5-9

“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,” Hebreos 12:1

Vimos en el devocional anterior que la confianza en Cristo nos permite hallar el reposo y la paz que necesita nuestro corazón; y que como consecuencia Él renueva nuestra fuerza, lo que nos permite tener la motivación suficiente para hacer su voluntad. La respuesta de por qué estamos aquí está relacionada directamente con nuestra confianza en Cristo.

Sin embargo, en nuestro diario vivir encontramos situaciones donde nos sentimos frustrados, nos sentimos con una carga pesada, pueden ser incluso situaciones normales o rutinarias que pensamos que tenemos el control y que “podemos”, pero de repente se convierten en cosas tan pesadas o complicadas que se salen de nuestro control y para poder experimentar plenamente el descanso en Cristo y dejar de estar fatigados y cargados necesitamos aplicar la llave del despojo. ¿De qué se trata despojarse?, básicamente se trata de soltar la carga.

Es tener la misma actitud que tuvo Jesús, como dice la escritura en Filipenses 2:5-9, Él se despojó a sí mismo, siendo el Rey del universo, el Señor de la creación, siendo uno con el Padre, siendo igual a Dios, por amor a nosotros se hizo siervo, se hizo un bebé que nació en un humilde pesebre y luego ofreció su vida en expiación por nuestros pecados; es el ejemplo de despojo más grande de todos. De la misma manera nosotros estamos llamados a despojarnos, a tener la misma actitud de dejar nuestra zona de confort y dejar nuestros propios deseos egoístas, a despojarnos del pasado o de cualquier otra cosa que tengamos amarrada y soltarla, para colocarnos al servicio de Dios y de nuestro prójimo. ¿Qué cosas o asuntos no hemos soltado que no le dan la gloria a Dios?

Cuando me despojo de mis cargas, de mi pasado, de mi pecado, de todo lo que se llame “yo”, entonces se encuentra la fortaleza, el ánimo y esto implica despojarme de mi autosuficiencia; mejor entender que somos “suficientes en Cristo Jesús”, es decir, no que seamos suficientes en nosotros mismos para pensar que cosa alguna procede de nosotros, sino que nuestra suficiencia es de Dios (2 Corintios 3:5), porque si Él se despojó por amor a mí, yo también me puedo despojar, pues el amor no es egoísta.

Profundicemos en este hermoso principio de despojarnos a nosotros mismos tal y como lo hizo Cristo en el próximo devocional.  Oración.

«Padre, quiero tener la misma actitud de Cristo y despojarme de todo por amor, para tu servicio, dejando atrás todo pecado, todo pasado que no te da la gloria, todo pensamiento egoísta, todo peso que no me permite andar como tú quieres que yo camine. En el nombre de Jesús, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 14 de agosto de 2023

Descansar. Parte 2

 


Descansar. Parte 2

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:6-7

Continuando nuestra reflexión acerca del descanso, podemos concluir que descansar en Cristo permite hallar reposo a nuestra alma fatigada y nuevas fuerzas en cualquiera que sea el caso: dolor, enfermedad, problemas económicos, incertidumbre de la vida; pero no es un reposo inactivo o un estado de sueño con ausencia de inconvenientes, no, es un estado de tranquilidad permanente, donde a pesar de que estén pasando situaciones muy difíciles Cristo está en nosotros y con nosotros para darnos su paz y la fortaleza espiritual, física y aun en nuestros pensamientos, puesto que cuando no descansamos tratamos infructuosamente de buscar solución a algún problema, le damos vueltas pero no hallamos descanso; necesitamos por tanto que la paz de Dios guarde nuestro corazón y nuestro pensamiento en Cristo Jesús y pensar en todo lo bueno, agradable y perfecto que Dios tiene para nosotros (Filipenses 4:7-8).

La confianza puesta en Cristo de esta manera, renovará nuestra fuerza; y la fuerza y poder que se refleja en cada uno no es menor, es la manifestación en nosotros del mismo Espíritu que resucitó a Cristo de los muertos: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (Romanos 8:11).

Entonces, podemos decir como el salmista: “¿Por qué te abates, oh alma mía,

¿Y te turbas dentro de mí?

Espera en Dios; porque aún he de alabarle,

Salvación mía y Dios mío”, (Salmos 42:5).

Hay un principio espiritual que la escritura nos revela para experimentar plenamente el descanso en Cristo y dejar de estar fatigados y cargados; lo veremos en el próximo devocional.   Oración.

«Padre descanso en ti, te entrego mis pensamientos fatigados y cansados que no encuentran ninguna solución, pues solo en ti encuentra paz mi alma, en el amor de Cristo Jesús y el poder de tu Santo Espíritu que mora en mí, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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Descansar. Parte 1

 


Descansar. Parte 1

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”, Mateo 11:28-30.

Recuerdo que en mi juventud uno de los pasajes que más me impactó cuando me compartieron acerca de Jesús fue el de Mateo 11:28-30, porque en ese instante me pregunté: ¿estoy trabajado y cansado?, ¿soy un joven cansado?, y la respuesta fue que definitivamente sentía un peso enorme, me sentía cansado de no hallarle sentido a mi vida, de no saber para dónde iba, de no saber por qué estoy aquí en esta tierra.

Con el tiempo, cuando empecé a estudiar la Biblia entendí que este cansancio producto de la incertidumbre existencial era la falta de Dios en mi vida, puesto que como dice: “Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”, (Isaías 40:30-31).

En pocas palabras, la confianza en Jesús dará nuevas fuerzas, la energía que mueve mi vida no era mi juventud, era la confianza en Cristo: “Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza. Y no quisisteis,” (Isaías 30:15). En la medida en que lo conocía más por medio de la Escritura, confiaba más en Él y hallaba sentido a mi vida, encontraba entonces propósito y esto me daba nuevas fuerzas.

Preguntémonos en cuáles áreas de nuestra vida no hemos descansado en Cristo para poder hallar la fortaleza necesaria y así afrontarlas y resolverlas según su voluntad; o en cuáles áreas reflexionamos si algo en nuestra vida se ha convertido en una carga enorme y requerimos descansar en Él.   Oración.

«Señor Jesús, quiero ir a ti, a tus brazos de amor, estoy cansado de tratar de resolver mi vida en mi fuerza y no lograr nada, por eso descanso hoy en ti y quiero recibir de tu plenitud, de tu gracia y verdad en todas las áreas de mi vida. Tú eres el único camino al Padre, quiero recibir a tu Espíritu y ser guiado por Él para gloria de tu nombre. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 13 de agosto de 2023

Un medio para su gloria

 


Un medio para su gloria

“Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra”, 2 Corintios 9:6-8.

El diezmo es uno de los principios bíblicos más atacados y menos comprendidos, muchas personas equivocadamente piensan que diezmar y ofrendar a nuestra iglesia es “darle la plata a un hombre”, o que es algo de la ley del antiguo testamento que no se debe cumplir ya, pero ignoran las escrituras. El patriarca Abraham muchos antes de que fuera dada la ley al pueblo de Israel, dio el diezmo al sumo sacerdote Melquisedec el cual representa en la revelación de las escrituras un tipo de Cristo como sacerdote eterno, como explica el libro de hebreos (hebreos 7:1-3).

Diezmar representa el acto de agradecimiento ante su sobreabundante gracia, porque no damos de lo que nos sobra sino con la misma generosidad con que se nos ha dado toda riqueza espiritual y bendiciones conforme a las riquezas en gloria en Cristo Jesús (Filipenses 4:19).

Así como obedecemos porque hubo uno que fue obediente hasta la muerte y muerte de cruz, cada uno de nosotros, como fruto de su gracia y de permanecer en su amor, damos generosamente, para que muchos otros conozcan hasta el último rincón del mundo las riquezas de su gracia y las riquezas de su gloria (Efesios 1:7, Romanos 9:23). Amén.   Oración.

«Padre amado, quiero ofrendar y diezmar como un principio de vida que manifiesta la generosidad que primero tuviste conmigo al salvarme y darme juntamente con Cristo toda bendición y riqueza espiritual, que me llenan de sabiduría incluso para administrar los bienes materiales, como medio para dar a conocer y glorificar tu nombre. Por la gracia de Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 12 de agosto de 2023

El amor al dinero - Parte 2

 

El amor al dinero - Parte 2


“Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad” Filipenses 4:12.

“Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre”, hebreos 13:5-6.

En el devocional pasado hablamos de dos extremos en el que no debemos caer, el primero es desconfiar del Dios proveedor que tenemos y el segundo es enamorarnos del dinero y de las cosas materiales, lo que significa que las colocamos como prioridad antes que a Dios, o en otras palabras colocamos las riquezas como nuestro dios.

Querer tener todo ya y si no es así entonces me frustro, me enojo, o se me cae el semblante, sugiere que estoy colocando mi confianza en algo y no en alguien.

Si priorizo el tener antes que el ser (quien soy en Cristo), puedo caer en la trampa de las riquezas y terminar con profundos dolores, puedo correr el riesgo de apartarme de la fe y terminar graduándome como fariseo, como enseña el Salmo: “No confiéis en la violencia, ni en la rapiña; no os envanezcáis; si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas”, Salmos 62:10.

Aquí el salmo enfatiza que tratar de obtener riquezas haciendo daño a otra persona, engañándole, prometiendo algo que no se le va a cumplir, o con base a la mentira, es claramente una manera de violencia y extorsión. Por ejemplo, los que quieren obtener ganancias con juegos de azar, con apuestas deportivas, con brujería y engaños, cartas, multiniveles fraudulentos, entre otros.

Es mejor confiar en el Dueño de la plata y el oro que dice: “Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos”, (Hageo 2:8), pues Él no solo nos da el dinero o las riquezas sino el poder para gozarlas y administrarlas, como da testimonio la Palabra de Dios que dice: “Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día” (Deuteronomio 8:18).

En el próximo devocional hablaremos de un principio que, junto con la sabia administración y la generosidad, establecen las bases de una vida donde las riquezas materiales son un medio para glorificar a Dios.   Oración.

«Señor, no quiero colocar al dinero y los bienes materiales como objetivo principal de mi vida, sino como el medio para dar a conocer y glorificar tu nombre. Te doy gracias en el nombre de Jesús. Amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 10 de agosto de 2023

El amor al dinero - Parte 1

 


El amor al dinero - Parte 1

“porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores”, 1 Timoteo 6:10.

Dios no está en contra de la riqueza ni del dinero, Él quiere que seamos prosperados en todas las cosas, así como prospera nuestra alma (3 Juan 2). Por ejemplo, podemos observar cómo los patriarcas eran bendecidos abundantemente y también todos aquellos que andaban con Dios.

También encontramos la promesa que dice: “La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella” (Proverbios 10:22) la cual está en contraposición con las riquezas que ofrece el mundo, que si bien también se pueden alcanzar por distintos medios, tienen una contraprestación: el dolor. Por esto nuestro Dios lo que NO quiere es que hagamos del dinero nuestro dios y le sirvamos.

Por tanto, debemos tener una idea clara, bíblica, del tema del dinero, no solo del manejo, sino de su lugar en nuestra vida, en nuestro corazón, porque todos deseamos cosas materiales, pero debemos tener como base que primero está el reino de Dios y su justicia y lo demás será añadido.

En nuestra vida práctica tenemos muchas necesidades y por tanto no podemos caer en dos extremos:

Uno, desconfiar del Dios proveedor que tiene promesas indiscutibles de bendición, provisión material abundante, recordemos algunas de estas para no caer en extremos de incredulidad:

• “No serán avergonzados en el mal tiempo, y en los días de hambre serán saciados” Salmos 37:19.

• “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”, Filipenses 4:19.

• “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra”, 2 Corintios 9:8.

Son muchas promesas de bendición y provisión, de las cuales podemos ahondar y ver su contexto, pero hoy vamos a tomar la siguiente: “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos”, 1 Timoteo 6:17. Esto quiere decir que siempre en nuestra mente y corazón estamos llamados a colocar la mirada en Cristo, sabiendo que Él es el que nos provee, no es nuestro trabajo, ni negocio, ni talentos, realmente es Dios en el que está puesta nuestra esperanza, si mañana se cae la bolsa u ocurre alguna dificultad, se pierde el trabajo, o cualquier otra cosa, debemos saber que Cristo es nuestro proveedor y nos dará conforme a sus riquezas en gloria.

El segundo extremo en el que no debemos caer, lo aprenderemos en el devocional de mañana.   Oración.

«Señor, que la prioridad en mi corazón seas tú y tu Palabra, no las riquezas materiales, no quiero desviarme de la fe, sino ser prosperado en todo, así como prospera mi alma que está sostenida y guardada en Cristo, por el poder de tu Espíritu Santo. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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Entendiendo la fe. Parte 3

 

Entendiendo la fe. Parte 3


“Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios”, Mateo 14:29-33.

Tal vez hemos escuchado este pasaje en el que Pedro al ser llamado por Jesús andaba sobre las aguas para ir a Jesús, pero el fuerte viento le hace temer y se empieza a hundir. «Tuvo miedo» denota que al mirar la tormenta, pensó en sí mismo, en su incapacidad, en su limitación, pues el miedo surge del interior del hombre; no fijó su mirada en Cristo sino en sí mismo, arrastrado por las circunstancias externas.

De la misma manera, cuando no miramos a Cristo, sino a las dificultades, enfermedades o a los ataques del enemigo con sus mentiras llenas de condenación, somos tentados a mirarnos a nosotros mismos, enfocándonos en los problemas y no en Aquel que tiene el poder de hacer que todo obre para nuestro bien conforme a su propósito (Romanos 8:28).

La fe nos permite tener la mirada puesta en Cristo no en nosotros. Colocamos nuestra confianza, esperanza y expectativas en el ser más maravilloso y extraordinario que ha pisado este planeta, por esto la fe es una llave que abre las puertas del reino de Dios y de todas las riquezas espirituales en Cristo Jesús.

Así que no debemos desviar la mirada de Cristo, Él es el fundamento de nuestra vida, el principio y fin de todo lo que somos, y el sentido de todo lo que hacemos, para gloria y honra de nuestro Padre Dios.   Oración.

«Señor Jesús, hoy coloco mi mirada, mi confianza y esperanza en ti, no en mis dificultades, pues tú me sostienes con tu mano y tienes el poder para sacarme de cualquier situación de riesgo, por el poder de tu Espíritu que mora en mí, para gloria de Dios Padre. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 9 de agosto de 2023

Entendiendo la fe. Parte 2

 


Entendiendo la fe. Parte 2

“Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron” hebreos 4:2.

“puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” hebreos 12:2.

La fe debe ser profundamente estudiada, entendida y sobre todo interiorizada para que podamos, con toda autoridad y convicción, explicarla a otros.

Dios con la palabra creó el universo; por medio de la fe en Jesucristo también crea un nuevo ser para gloria de su nombre y, a su vez, por la misma fe moldea nuestro carácter y dirige nuestra vida (Gálatas 2:20, 2 Corintios 5:7).

Vemos cómo el maligno quiere ocultar y tergiversar la palabra de Dios con el fin de que se enfríe la fe; por esto, estamos llamados a profundizar cada día más en las escrituras y a ser reafirmados en la fe, congregándonos fielmente en nuestra iglesia.

Por gracia vino nuestra salvación por medio de la fe, pero también vivimos nuestra vida cristiana por medio de la fe, pues con cada promesa de Dios que hacemos nuestra y que creemos, son guiadas las obras que hacemos, como nos explica Efesios 2:8-10: «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas».

Para entender de manera sencilla el verdadero significado de la fe podemos saber por la escritura que Jesucristo es el objeto de nuestra fe; es decir que la fe no está enfocada en algo sino en alguien, en la persona misma del Hijo de Dios, por esto nuestra confianza está dirigida hacia Él. De esto se trata lo que Cristo mismo declaró: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.” (Juan 14:13).    Oración.

«Entiendo que toda mi confianza está dirigida a un Dios amoroso, quien en Cristo Jesús me ha dado nueva vida y me ha sacado de la oscuridad del pecado y Satanás; a ti te miro Jesús, anhelo conocerte cada vez más y meditar en tu palabra para que mi vida sea transformada cada día. Gracias Padre, en el nombre de Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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