martes, 26 de septiembre de 2023

Cordero inocente

 

Cordero inocente

“el cual no hizo pecado, ni se halló enga


ño en su boca;” 1 Pedro 2:22

“Y se dispuso con los impíos su sepultura, más con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.” Isaías 53:9

El inocente murió por los culpables, esta verdad debería conmovernos y pararnos de la silla del adormecimiento espiritual. Pensemos para entender lo que padeció Cristo por nosotros, en un niño inocente que es abandonado por sus padres o que se da cuenta de que su mamita pronto partirá al cielo por una enfermedad. Siente el inminente abandono o la inminente separación de la persona más importante de su vida, de la que depende totalmente. Es un sentimiento de soledad que duele hasta lo profundo del corazón. Esto y mucho más fue lo que experimentó Cristo, por eso en Getsemaní horas antes de ser entregado expresó: “diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”, y sentía lo que describe el evangelio: “Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.” (Lucas 22:42,44). Una profunda angustia porque iba a estar por un momento separado de su Padre, a causa de nuestros pecados, y por esto gritó “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46b).

Cristo experimentó tal desamparo siendo inocente para traer sanidad y restauración a nuestra vida; si nos hemos sentido solos, en depresión o en abandono, lo que Él vivió fue para que nosotros por la fe en su obra de amor, ahora seamos libres del pecado y no experimentemos el desamparo tanto en nuestra vida física presente como también una eternidad sin nuestro Padre. “Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos;” (Hebreos 7:26).

Pero Él no se quedó en la tumba, sino que fue resucitado por el Padre y muchos fueron testigos de este trascendental suceso (Hechos 2:32), enviando luego de que fue levantado de la tumba su Espíritu, sobre todo el que creyera en él, incluidos nosotros en el tiempo presente: “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu” (1 Pedro 3:18). Fue resucitado para confirmar su victoria sobre el pecado y la muerte ¿Qué haremos ahora con este conocimiento? Por supuesto, ir a los perdidos, a los que se sienten desamparados, en depresión y soledad o en esclavitud, identificándonos con Cristo mismo y creyendo por el Espíritu que: “El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos” (Lucas 4:18).    Oración.

«Padre bueno, que el poder y la libertad que ha traído a mi vida, el conocer y vivir por la fe en la obra redentora de mi Señor Jesucristo, me lleve a compartir a todos aquellos que ahora lo necesitan; Gracias Padre por tu eterno amor por la humanidad, oro para que sea tu Santo Espíritu a través de mí y haciendo tu obra en ellos, por Jesucristo mi Señor, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito                                                                                       

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