sábado, 23 de septiembre de 2023

Recibir a Cristo

 

Recibir a Cristo


“para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.”, Efesios 3:17-19

Recibir a Cristo en nuestro corazón es el hecho más importante que puede pasar en nuestra vida, tanto que cambia su rumbo, trazando una línea hacia la eternidad en la presencia de Dios. No es posible recibirlo si primero no hemos escuchado el evangelio de nuestra salvación y hemos creído en Jesús para ser sellados con su Espíritu Santo, como lo confirma Efesios 1:13 “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa”, el ser sellados con su Espíritu es recibir el mismo amor de Dios : “ y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:5).

Así que cuando alguien te invita a recibir a Jesús, conforme lo que está escrito en Juan 1:12 que dice “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;” no lo tomes en vano, escucha atentamente, no lo rechaces, pues es la oportunidad que Dios te da para que no permanezcas en juicio, pues como dice el Señor Jesús: “El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero” y “El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.” (Juan 12:48, 3:18), y también Jesús es claro en decir que no debemos rechazar a quien habla en nombre de Él llevando su Palabra: “El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió.” (Lucas 10:16).

El evangelio es la buena noticia de salvación que Cristo efectuó sustituyéndonos en la cruz al morir por nuestros pecados; este evangelio se ha anunciado por todas partes y de todas las maneras, por tanto, no puede ser escuchado como un mensaje rutinario o religioso, sino como la única esperanza y manera de tener la vida eterna, por la locura de la predicación: “Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación” (1 Corintios 1:21).    Oración.

«Padre Dios, gracias por el conocimiento de tu Palabra y de tu gran amor en Cristo Jesús. Y te pido que, como hijo amado, me lleves hacia otras personas como esa cuerda de amor que ellos tanto necesitan y que los trae hasta ti. Bendice mi vida y la de cada persona que pongas en mi camino para compartirle de ti, por Jesucristo mi Señor, amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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