martes, 3 de octubre de 2023

Aprendiendo a amar. Primera parte

 

Aprendiendo a amar. Primera parte

“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améi


s unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”. Juan 13:34-35

“Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Mateo 5:44-48

¿Aprendiste a amar? Esta pregunta nos puede parecer inusual, cuando nos hemos dedicado a servir a Dios y a los demás por mucho tiempo y creemos que hemos hecho lo suficiente. Pero amar como Jesús amó es algo de aprender cada día, en especial cuando tenemos que hacerlo con las personas que nos rechazan, desprecian y nos persiguen, como dice Mateo 5:44-48.

¿Qué recompensa hay en amar sólo a los que nos aman? Ninguna. Si solo amamos a nuestros amigos, ¿Qué nos diferencia de cualquier otro?, hasta los paganos hacen lo mismo. El Señor nos dice que debemos amar a aquellos que son difíciles, que nos fastidian o que no son de nuestra simpatía; Así amaba Jesús.

En la última cena con sus discípulos Jesús les habla de un nuevo mandamiento: “que os améis los unos a los otros”; es nuevo porque propone una nueva norma, el amor de Él, un amor incondicional y desinteresado que debemos tener unos con otros, y debe ser el testimonio ante el mundo que nos rodea, porque muestra que verdaderamente somos discípulos de Cristo, ésta es la prueba del discipulado.

El amor no es solo un sentimiento, es una decisión y compromiso de comportarnos amorosamente los unos hacia los otros, y ser testimonio al mundo con el mismo Espíritu de Cristo, un amor sacrificial, constante, espontáneo y compasivo, Mateo 25:37-40.

Colosenses 3:13 nos dice: “soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”. Cuando entendamos la manera como Jesús nos ha amado, cuánto nos ha soportado, cuanto nos ha sostenido en medio del caos que armamos, entenderemos entonces, como debemos amar a otros; nos invita a ser amables, a ser de buen corazón y a perdonar toda ofensa que hemos recibido.

Pablo nos da una estrategia en Colosenses 3:15-17: “Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él”, para que aprendamos a vivir para Dios en el día a día: imitando el espíritu perdonador de Cristo, permitiendo que su amor nos guíe, dejando que su paz sea la que gobierne nuestros corazones, siendo agradecidos por todo, si tenemos esta actitud vamos a ser más compasivos y misericordiosos con los demás.

La clave para perdonar es recordar cómo lo hizo Jesús con nosotros en la cruz. Es experimentar su amor infinito que puede ayudarnos a amar y a perdonar a los demás. Por eso el Señor nos manda a vestirnos de amor, que es el vínculo perfecto, este es el eje para todo lo demás, porque nos llevará a hacer todas las cosas por amor, glorificando el nombre de Jesucristo. Colosenses 3:14.

Para amar a otros como Cristo nos amó nos basamos en el amor sacrificial de Cristo por nosotros. Si nuestro amor es semejante al suyo será la demostración de que somos sus discípulos. Pidamos a Dios que su Espíritu de amor inunde nuestras vidas para amar a otros como Él lo hace.   Oración.

«Señor quiero que mi vida esté inspirada por tu amor; quiero escoger amar como lo hiciste conmigo; lléname del fruto de tu Espíritu para ver tu amor en acción a través de mi vida, guíame a aquellos que me rodean, para ser apoyo, para ayudar a restaurarlos, para remover su dolor; que pueda darles tus palabras que sanen sus corazones heridos, amándolos de verdad. En Cristo Jesús, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito                                                                                      

No hay comentarios:

Publicar un comentario